SALAS, impulsando viviendas para una sociedad cambiante
Manel Rodríguez, director general SALAS
¿Cuándo se fundó y cuándo empezaste a trabajar en esta entidad?
SALAS es una empresa de promoción inmobiliaria, integrando servicios integrales técnicos, de management, de construcción, comerciales, energéticos… Fue fundada en 1992, por Pere Esteve Sala, que continúa como socio con un 50% del capital. Yo me incorporé como director general y socio titular del otro 50% en 2015.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Yo soy arquitecto de formación, urbanista, con vocación de servicio social a la comunidad. Dedicarnos a crear edificios residenciales y viviendas, que den respuesta a una demanda social real, es una gran satisfacción. Poder hacerlo con un gran equipo multidisciplinar de profesionales que me acompañan y me permiten realizar una gestión integral del proceso es un éxito.
¿Y lo que menos?
Bueno, gestionamos un equipo de 250 personas, con una gran infraestructura y un movimiento de capitales financieros muy importante. Hace ya muchos años que me tuve que formar en dirección empresarial, pero la dedicación que requiere el funcionamiento de «la maquinaria» ¡es lo que más me cuesta! A mí me gustaría poder dedicarme, en exclusiva, a la mejora y el desarrollo de nuestros productos finales: los edificios, las viviendas.
¿En qué crees que destaca tu empresa?
A nivel de producto, tenemos una singular vocación social: casi el 65% de nuestras viviendas son viviendas de protección oficial. Nuestro objetivo no es financiero, es de servicio y producción. El resultado financiero es eso, un resultado, no un objetivo.
A nivel de planteamiento empresarial creo que lo que nos diferencia es la decisión inicial, en el origen de nuestro plan de negocio, de integrar internamente todos los servicios de la promoción y producción inmobiliaria: desarrollamos los proyectos, los gestionamos, los construimos y los comercializamos, con un porcentaje muy bajo de subcontratación. Hacemos todo los posible en casa.
¿Cuál es su principal reto?
Queremos crecer en volumen, para dar respuesta a la gran demanda de vivienda asequible, pero tenemos que hacerlo sin perder la calidad del producto, del servicio y de los procesos. ¡Ese crecimiento continuo es nuestro reto!
¿Dónde se sitúa tu empresa? ¿Sabes por qué se escogió esta ubicación?
Yo soy de Barcelona, nacido y formado aquí. Trabajé en el ayuntamiento de la ciudad y en el del Área Metropolitana. La empresa está en Sabadell, fantástica ciudad que forma parte de ese arco Metropolitano que es hoy día la gran Barcelona, la ciudad real en la que vivimos y trabajamos más de 5 millones de personas.
La empresa fue fundada aquí por mi socio, hace 30 años y con el tiempo nos hemos consolidado ahí: tiene algunas ventajas, como la facilidad de movilidad metropolitana y la captación de talento humano (nuestro mayor activo) en ese gran colectivo para el que desplazarse a trabajar al centro de Barcelona es un castigo, porque vive en esa metrópolis. No hay que olvidar que el municipio de Barcelona solo acoge a 1,7MM de habitantes, apenas un tercio de los que viven en la Gran Barcelona.
¿Qué es lo que más te gusta del barrio en el que trabajas?
El centro de Sabadell es muy agradecido para moverse peatonalmente. Poder trabajar en un centro urbano consolidado, con vida es muy importante. Ahora, nosotros también tenemos oficinas en Mallorca y en Madrid y una parte del trabajo es online, con lo que en la práctica yo trabajo en ruta, ¡cualquier café acogedor es una potencial oficina para mí!
¿Cómo es de importante Barcelona para vuestra empresa?
La gran ciudad de Barcelona sigue siendo el 60% de nuestra actividad, es ‘nuestro territorio’, aquel lugar que conocemos muy bien y eso nos hace fuertes aquí delante de la competencia. Pero en la práctica, el municipio de Barcelona es una parte pequeña de esa actividad. Los últimos años, la falta de suelo urbano y las regulaciones han disminuido sensiblemente la actividad en el municipio.
¿Con qué ciudad compararías Barcelona?
La compararía con ciudades que tienen una trama urbana compacta, que genera una manera de interactuar muy particular, mezclando vida profesional, familiar, comercio, ocio y otras actividades. En ese sentido, San Francisco, que además también tiene mar podría ser un buen referente.
¿A qué modelo de ciudad crees que debería parecerse Barcelona?
Lo primero que Barcelona debe dejar de hacer es de hablar de municipios (criterio administrativo arcaico, que proviene de siglos anteriores y que no da respuesta a las necesidades reales de los ciudadanos). La ciudad de Barcelona real es aquella que va desde Castelldefels hasta Masnou, abarcando el corredor del Vallés. Y su metrópolis es la que va desde Vilanova-Sitges hasta Mataró, pasando por Martorell, Terrassa, Sabadell y Granollers.
Si entendemos que esta debe ser nuestra gran ciudad, tendremos un potencial que nos permitirá situarnos a otro nivel global: se podrían gestionar servicios, infraestructura, crecimiento, viviendas, parques, energía, sanidad, educación… con planteamientos radicalmente diferentes, integradores, eficientes, con gran capacidad de dar respuesta a las necesidades del ciudadano del siglo XXI. Cualquier decisión seria de futuro que quiera plantearse hoy día en cualquier tema (movilidad, infraestructura, servicios, vivienda…) supera con mucho el ámbito municipalista e impide la toma de decisiones.
Barcelona debería integrarse metropolitanamente y plantear un proyecto de ciudad global, abierta e integradora… ¡podría ser la Nueva York del Mediterráneo!
¿Qué buenas prácticas de otras ciudades te gustaría que Barcelona adoptara?
Por un lado, yo estoy a favor de cierta evolución que ha hecho la administración para conseguir que la ciudad esté enfocada a la calidad de vida de sus ciudadanos: la pacificación del tránsito, la ampliación de los espacios peatonales, la limitación del turismo en el centro, la protección de los derechos sociales de los habitantes con menos recursos… son aspectos necesarios y agradecidos por los ciudadanos que vivimos en el centro. ¡Y no hemos de pensar solo en la población de mediana edad, que se desplaza en su coche para arriba y para abajo! Hemos de pensar también en nuestros mayores y en los niños o jóvenes que deben tener su espacio. Y hemos de hacer nuestra aportación para conseguir frenar un cambio climático crítico a nivel global.
Ahora bien, esa evolución de la ciudad debe hacerse a la vez que se desarrollan toda una serie de iniciativas para que la actividad económica siga avanzando, una cosa no puede ni debe hacerse contra la otra. Debe facilitarse el desarrollo de empresas, debe reducirse la burocracia y sus plazos, deben generarse infraestructuras, debe potenciarse la movilidad colectiva y la individual ‘ligera’…
¡Debe continuar proyectándose una imagen de ciudad business friendly! ¡Una cosa no debe estar reñida con la otra!
¿Qué le pides a la Barcelona del futuro?
Que continúe siendo una ciudad que dé una respuesta global a los dos grandes objetivos que tiene una ciudad: ser un lugar en el que vivimos con todo lo que implica (vivienda, educación, sanidad, ocio…) y ser un lugar en el que desarrollamos una actividad económica.
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