La Barcelona turística del mañana: entre la excelencia cultural y el equilibrio vecinal


Borja Esquirol
Deputy Shopping Center Manager en Unbail-Rodamco-Wesfield

Ramon Rebull
Product Ops Manager en Prophero
Somos unos afortunados. Nuestra querida Barcelona es un icono de ciudad cosmopolita que no te deja indiferente cuando la conoces. Vivimos en una ciudad con un clima amable durante todo el año y con un patrimonio cultural, arquitectónico y gastronómico de primer nivel. Los Juegos Olímpicos del 92 sirvieron para proyectar lo que somos y tenemos, y el turismo no tardó en consolidarse.
Barcelona ha hecho del turismo uno de sus pilares estratégicos, representando alrededor del 14% del PIB de la ciudad y generando 150.000 empleos directos. Pero los retos del presente exigen una visión renovada: ¿Cómo consolidar un modelo turístico sostenible, distribuido y conectado con el tejido local?
Esa fue la gran pregunta que marcó la conversación del ciclo Barcelona 2045, en una sesión dedicada al turismo, moderada por Josep Maria Palau, director de Viajar, y con las intervenciones de Mateu Hernández (Turisme de Barcelona), Alex García (Palau de la Música) y Maraya Perinat (ATIR).
De «Visit» a «This is Barcelona»
“Lo que sí debemos preguntarnos es qué tipo de turistas queremos recibir”, apuntó Mateu Hernández. En un contexto de oferta hotelera congelada y demanda constante, la apuesta de la ciudad es clara: priorizar visitantes que valoren la cultura, la música clásica, el patrimonio arquitectónico y los grandes congresos internacionales.
El objetivo a corto plazo consiste en atraer un turismo alineado con la identidad de la ciudad. Un modelo de turismo centrado en visitantes de calidad. Barcelona hoy destaca por su liderazgo en convenciones. Y eso, según Hernández, es fruto de haber apostado por el turismo como motor económico, fuente de empleo y catalizador de inversión en infraestructuras clave.
El turismo como espejo social
La percepción ciudadana ha cambiado: del 96% que lo valoraba positivamente hace unos años, hoy solo un 59% lo hace.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Para Maraya Perinat; “Existe la percepción de que hemos perdido parte de nuestra hospitalidad, y ese es también un reto emocional que debemos abordar”
El turismo ha generado nuevos retos en la convivencia entre vecinos y visitantes que ponen de manifiesto la necesidad de una mejor gestión. Uno de los puntos críticos en este debate es el acceso a la vivienda. Aunque suele señalarse al turismo como causa principal, Mateu Hernandez argumenta que “no podemos achacar el problema de la vivienda exclusivamente al turismo”.
Otro de los factores que ha influido en la percepción negativa es la sensación de inseguridad. Pero la inseguridad no solo se mide en cifras, sino también en sensaciones. En Barcelona, la percepción de riesgo se ha convertido en un fenómeno social. Aun así, se han expuesto datos que invitan a matizar esta visión: los hurtos han caído un 6 %, se ha reforzado la presencia policial y se han invertido 24 millones de euros en videovigilancia.
Frente a estos desafíos, también conviene poner en valor los aspectos positivos. Existe un turismo que consume y disfruta nuestra oferta cultural, y la proyecta al exterior. “Un 50 % de los visitantes del Palau son turistas, lo que demuestra que el turismo cultural tiene espacio, si se fomenta adecuadamente”, nos indica Alex García, del Palau de la Música
Más allá del centro: contar otras Barcelonas
¿Cómo hacer que los beneficios del turismo lleguen a otros barrios de la ciudad? Necesitamos una red de propuestas culturales descentralizadas y una narrativa que visibilice nuevas rutas y eventos. “Los conciertos y los eventos deportivos pueden ser palancas”, sugirió Maraya. “El storytelling puede ayudarnos a decirle al mundo qué hay más allá de la Sagrada Familia”, apuntó García.
Sin embargo, iniciativas como el caso del Búnker del Carmel muestran la contradicción: tras convertirse en ícono turístico, ahora se pide su retirada de Google Maps. En lugar de invisibilizar estos espacios, tenemos la oportunidad de integrarlos en una narrativa que muestre todo lo que Barcelona tiene por ofrecer.
Barcelona tiene todo para seguir brillando
Barcelona tiene mucho ganado. Somos una ciudad admirada, deseada, cosmopolita. Con historia, con carácter, con una oferta cultural y gastronómica que pocos lugares del mundo pueden igualar. Pero también somos una ciudad con mucho en juego. Y eso exige responsabilidad.
Barcelona debe elegir: o sigue brillando, o deja que otras ciudades ocupen su lugar. Porque el turista que elige Barcelona —ese 15 % que llega de Estados Unidos o el 44 % de Europa— no solo llena nuestras terrazas o el Palau de la Música. También genera valor. Respeta, consume, se conecta. Y permite que existan proyectos como el hub de inteligencia artificial de Sanofi, las inversiones de AstraZeneca o que se mantenga vivo el Mobile World Congress.
Si perdemos conectividad internacional, si el entorno deja de ser atractivo para la inversión, lo pagará directamente la ciudadanía. Como advertía Mateu Hernández: “La tasa turística deja de ser útil cuando nos hace perder congresos estratégicos.”
La ciudad tiene ya un camino trazado: el nuevo Plan de Acción Turística 2025 apuesta por poner en valor nuestro patrimonio, atraer visitantes responsables, generar impacto económico y social positivo, y mejorar la experiencia global. Pero ese plan solo funcionará si lo hacemos nuestro. Si lo activamos con convicción, desde lo público y lo privado.
Trabajemos para que el turismo sea el turismo que deseamos: uno que genere empleo, que capte talento, que sea un altavoz de nuestra cultura y una forma de explicar al mundo quiénes somos.
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