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La movilidad en Barcelona: retos postpandémicos

La movilidad en Barcelona: retos postpandémicos

Fotografía: Jordi Bernadó
Joan Bergas

Ingeniero del Área Estratégica de FGC Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya

Santiago Castelo

Consultor en Ideograma

Reforzar la gobernanza metropolitana ayudará a planificar y gestionar la movilidad de forma coherente.

A causa de la pandemia, el vehículo privado le ha ganado cuota de mercado al transporte público. En 2019 se contabilizaron más de mil millones de viajes en transporte público. Hoy, dos años después del primer confinamiento, todavía no se ha conseguido recuperar ese nivel de demanda y se tienen dudas sobre si se logrará recuperar este año. Mientras tanto, el nivel de desplazamientos en vehículo privado ya alcanza los valores prepandémicos.

Son muchas las causas que ayudan a explicar esta situación, algunas de tipo coyuntural, como el miedo a contagiarse durante el trayecto, y otras que parecen más definitivas, como la adopción del teletrabajo por muchas empresas. Además, la revolución digital y la transición energética están contribuyendo a acelerar importantes cambios en la movilidad en todo el mundo.

Atasco en las Rondas de Barcelona

La movilidad es diversa y compleja; nos movemos para encontrarnos, trabajar y disfrutar, y nos movemos en un determinado contexto físico. Así, la organización social, la planificación territorial, el urbanismo o la salud pública están estrechamente relacionados con la movilidad. En este contexto, la interdisciplinariedad es del todo necesaria para abordar retos complejos como ha sido la respuesta a la pandemia. Las propuestas para mejorar nuestra movilidad ya no vendrán sólo por parte de los ingenieros.

Si ponemos el foco en Barcelona, vemos que una de las características que más condicionan su movilidad es su altísima densidad de población, una de las más altas de Europa. Esta condición nos obliga a pensar muy bien qué uso le damos al espacio público, y a priorizar aquellos modos de transporte que ocupan menos, tales como el desplazamiento a pie, la bicicleta o el transporte público. Dar prioridad a estos modos es la única forma de garantizar la accesibilidad en ciudades densas. Afortunadamente, en lo que respecta a la proporción de viajes mediante movilidad activa o transporte público, Barcelona se sitúa en segunda posición entre las grandes ciudades europeas, con un 86% y sólo por detrás de París, que también tiene una altísima densidad de población. A pesar de este uso relativamente moderado del vehículo privado, somos testigos de frecuentes atascos y respiramos un aire mucho más contaminado de lo que la Organización Mundial de la Salud considera seguro.

Bus de la línea V13 de TMB

En Barcelona, más de la mitad del tráfico que circula por sus calles proviene de o se dirige hacia un destino fuera de los límites administrativos de la ciudad, donde el transporte público suele ofrecer una menor cobertura. En este caso la perspectiva metropolitana es absolutamente imprescindible; Barcelona debe buscar soluciones implicando las ciudades de su entorno. Reforzar la gobernanza metropolitana ayudará a planificar y gestionar la movilidad de forma coherente.

Una de las soluciones que cuenta con más consenso técnico y social es la mejora de la oferta del transporte público urbano y de cercanías, y es en este ámbito donde —tras un período de estancamiento—, las diferentes administraciones están volviendo a invertir. Este año veremos cómo se inician las obras que permitirán completar la línea 9 del metro, el tranvía por la Diagonal y la prolongación de la línea Llobregat – Anoia de FGC hasta Gràcia, así como otras actuaciones en la red de cercanías. Estos proyectos permitirán la oferta de nuevos servicios de transporte que mejorarán la eficiencia y la sostenibilidad de la movilidad a escala metropolitana.

Un tren de los FGC en la estación de Plaça Catalunya

Así pues, y a pesar de los muchos desafíos a los que se enfrenta la movilidad en Barcelona, no hay que perder de vista que la ciudad es y seguirá siendo un referente internacional en este ámbito: Barcelona ha sido clasificada por el Deloitte City Mobility Index de 2020 como una de las cinco ciudades más avanzadas en sistemas de movilidad urbana de todo el mundo, junto a Estocolmo, Singapur, Ámsterdam y Londres. Además, en el año 2018, Barcelona fue nombrada sede de la EIT Urban Mobility, una ambiciosa iniciativa público-privada que está llamada a transformar la movilidad urbana en toda Europa. Y más recientemente, en el año 2020, la Unión Internacional del Transporte Público (UITP) escogió a Barcelona, frente a ciudades como Bruselas y Dubái, como sede del Global Public Transport Summit 2023, lo que convertirá la ciudad en la capital mundial del transporte público durante un año.

Momento dónde la UITP escogió Barcelona como sede del Global Public Transport Summit 2023

En definitiva, el contexto actual de la movilidad en las ciudades presenta retos, sí, pero también hay motivos para estar orgullosos y razones para pensar que, con compromiso y decisión, lograremos una movilidad más sostenible, inclusiva y eficiente para Barcelona.

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