Barcelona y el turismo: ¿nos damos una segunda oportunidad?

Miquel Casas

CEO, Mimeisa

Valeria Andrade

Project Manager, Barcelona Global

Vivimos en un sitio privilegiado. Estamos rodeados de mar y montaña, con grandes museos, buena música, gastronomía excelente, una calidad de vida envidiada y una oferta interesante en ferias y grandes eventos que no deja libre ni un hueco en la agenda. Por eso, no es de extrañar que en 2019 más de 52 millones de personas aterrizaran en El Prat (1), ya sea para disfrutar de unas vacaciones en nuestra ciudad o para atender a compromisos profesionales.

Mientras Barcelona estaba en los rankings de destinos más populares del mundo, la relación de la ciudad con el turismo no pasaba por su mejor momento: en el barómetro municipal se llegó a considerar que el turismo era uno de los problemas principales de la ciudad. Y de repente, el mundo se paró, y el dicho de ‘uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde’ cobró sentido.

Haciendo una mirada hacia atrás, el sector ha aprendido mucho y en el último año y medio Barcelona se ha dado cuenta de todo lo que el turismo le aporta, tanto directa como indirectamente. Hay que tener también en cuenta que, cuando la ciudad lo ha necesitado, el barcelonés ha estado allí: cenando en restaurantes o, simplemente, tomando algo, durmiendo en hoteles, visitando exposiciones de arte o siendo espectador de espectáculos. Y algo muy importante: la experiencia va a ser lo que va a marcar la diferencia.

¿Qué Barcelona queremos y qué turismo queremos que venga?

Con todo esto, hay que pensar de cara a la postpandemia y ver cómo recuperamos el atractivo. Pero ¿por dónde empezamos? Pues por poner al sector público y privado a trabajar en un plan para la recuperación del turismo en Barcelona. Y ese plan tiene que ir alineado con las necesidades actuales de la ciudad: recuperar la actividad y saber convivir con los barceloneses.

Después de estos años, hay que recuperar la ilusión y el espíritu de ‘orgullo de ciudad’. Para llegar a ese objetivo hay que transmitir todo que el sector aporta a la ciudad y saber ofrecer al local lo mejor para que lo aprecie, para que lo haya suyo y que vuelva a conectar con Barcelona.

Casa Bonay.

Una vez esto, debemos recuperar el relato internacional perdido, pero añadiéndole más contenido: en cultura, en calidad y cuidado de la oferta, en hospitalidad y en singularidad. Tenemos ejemplos de actores que llevan años trabajando en garantizar todo esto, como La Roca Village, el lugar más visitado de la región de Barcelona en 2019 (2), que combina su oferta de compras de lujo con una atención personalizada desde el minuto uno; o Casa Bonay, un hotel que además tiene una coctelería, una cafetería de especialidad, un restaurante y una editorial, pensados para cualquier plan que le propongas a un amigo. En definitiva, tenemos que aportar lo mejor de nosotros para volver a ser una ciudad de acogida y hacer que el visitante valore y mime todo lo que se encuentre, porque al fin y al cabo es único.

Por último, y de cara a la gestión del visitante, otra propuesta seria crear nuevos espacios de oferta turística para redistribuir el público y disminuir la saturación en la zona del centro de la ciudad. La digitalización y los datos ya están contribuyendo enormemente a esto, como con la monitorización a tiempo real que ofrece la plataforma Check Barcelona, para saber la afluencia de gente en las principales atracciones turísticas. Pero la tecnología podría ayudarnos incluso a organizar mejor otras cosas, como el transporte. Empresas como el Grupo Julià mueven a millones de pasajeros en trayectos dentro de Barcelona y hacia las afueras, además de transfers al aeropuerto y el Bus Turístic, y una movilidad ordenada y pensada en pro del turismo, y con ayuda de la tecnología, favorecerá al total del tráfico de la ciudad.

La relación del turismo y la ciudad es un reto que con el que Barcelona lleva enfrentándose desde hace algunos años. La pausa que hemos vivido con la pandemia ha debilitado al sector, pero debemos tomarla como un punto de partida para repensar el turismo que queremos ofrecer y el visitante que queremos que venga, todo esto en armonía con los habitantes que viven día a día la ciudad.