Now Reading
La Barcelona ganadora

La Barcelona ganadora

Marc Francés

Managing Director at Sarah Marlex

Roger Pallarés

Senior Consultant at Harmon Corporate Affairs Profesión

La relación de Barcelona con el deporte goza de buena salud por todo el camino recorrido. No obstante, hay elementos actuales que requieren de una respuesta colectiva y coherente para continuar por el camino del éxito

Verano de 1992. Millones de espectadores enganchados a la televisión mirando a Barcelona. Juan Antonio San Epifanio, Epi, jugador del FC Barcelona de baloncesto y plata olímpica en Los Ángeles 1984 con la selección española, toma el último relevo y se dirige hacia la oscuridad. De repente, se enfoca a un arquero, que, del pebetero de Epi, recoge la llama olímpica con su arco y la dispara hacia la eternidad. Todo el mundo sabía que quedaban inaugurados los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Nadie esperaba, pero, que, en ese momento, naciera el matrimonio mágico entre Barcelona y el mundo del deporte.

Como cualquier matrimonio, no se vive sólo de magia. Se requiere constancia, dedicación y atención al detalle y a la rutina. La combinación de diferentes elementos ha permitido que Barcelona se haya mantenido como punto de referencia para el deporte mundial. El primero de ellos es el FC Barcelona: la presencia de un club de dimensión planetaria que atrae a millones de fans de todo el mundo a sus partidos y a sus instalaciones. Así se explica que el museo de un club multideportivo esté entre los más visitados en una ciudad con una oferta cultural tan rica como Barcelona.

Pero hay vida más allá del Barça: un clima y ubicación que fomentan la práctica deportiva, una ciudadanía que, en una parte importante, valora y abraza el deporte como elemento central en su relación en la ciudad y un ecosistema empresarial y de clubes relativamente sólido, con sedes centrales globales o nacionales de empresas como Dorna, Euroleague o Mediapro.

¿Dónde nos encontramos ahora?

La relación de Barcelona con el deporte, pues, goza de buena salud por todo el camino recorrido. No obstante, hay ciertos elementos que marcan el contexto actual que requieren de una respuesta colectiva y coherente si se quiere continuar con la historia de éxito:

  • La multicanalidad y la globalización: el deporte ya no se consume en directo o por la televisión. La explosión en la cantidad de canales y formatos reescribe las reglas del juego e invita a los gestores deportivos a entender la complejidad de la nueva realidad. Ya no se trata solamente de dar la mejor experiencia al espectador que acude a un estadio o a un pabellón, o a generar la mejor realización para la TV. Ahora, se necesita adaptar el formato a múltiples canales, generar nuevas vías para captar la atención e interactuar más y mejor con el espectador, sea por donde sea.
  • La transición hacia la circularidad en el deporte: las épocas de los proyectos faraónicos para usos temporales se han terminado. La inversión en deporte, hoy en día, debe ser circular: con infraestructuras útiles durante y después de los eventos, con la reducción de la huella de carbono que se genera y con vinculación social y emocional con las comunidades alrededor. Al menos en sociedades democráticas como la barcelonesa, se hace muy difícil ser exitoso con el público en contra, el ecosistema maltrecho y la resaca económica que generan las infraestructuras inútiles.
  • Un equilibrio entre la identidad de ciudad y la presión por seguir siendo capital del deporte: en los últimos 20 años, ciudades y países con poca trayectoria en la organización de eventos de primer nivel han entrado con mucha fuerza – y mucha sed inversora – en el ecosistema de la organización de eventos. Hemos visto JJOOs en China o en Brasil o mundiales de fútbol en Rusia o en Qatar. En clave Barcelona, esto implica que la ciudad y sus gestores deben aceptar que hay actores con más músculo económico para optar a ciertos eventos, pero que el valor añadido que la hizo mágica tiene, si cabe, aún más valor. En el cómo se potencia este valor es dónde reside el éxito.

¿Cómo se ha enfrentado Barcelona a estos retos?

Con luces y con sombras. Por un lado, observamos un cierto reconocimiento por parte de los entes públicos de las potencialidades de la industria del deporte. La Copa América es el mejor ejemplo de hacia dónde debe dirigirse el modelo Barcelona: un evento deportivo reconocido a escala mundial, con un componente de desarrollo tecnológico central en el desarrollo de la competición y un compromiso social y sostenible robusto.

No obstante, un modelo de capital deportiva sólido requiere de continuidad, más allá de los ciclos políticos en las administraciones. Debe también sustentarse en una comunidad activa y comprometida con los valores del deporte como tal, la diversión, el júbilo, sin entrar en la presión por la competición y el resultado. Y sus cimientos deben ser infraestructuras modernas y que combinen su uso en la alta competición con el aprovechamiento por parte de las comunidades que las rodean.

La Barcelona del deporte en 2043

Los próximos años son clave para que Barcelona articule una respuesta al cóctel de retos que amenazan su centralidad en la industria del deporte global. Una respuesta que debe venir, indudablemente, de un modelo de colaboración público-privada que sea enfocada, resiliente y con sensibilidad social. La sociedad barcelonesa, y la catalana en general, siempre ha progresado cuando ha habido sinergias sólidas entre decisores públicos e iniciativas privadas, y el sector del deporte no es una excepción. Casos como la historia de la organización de los Juegos Olímpicos, o la menos conocida pero mucho más actual como la Copa América, ejemplifican eso.

Si quieres conocer las últimas noticias sobre Barcelona, su talento y sus proyectos,  suscríbete a nuestro Blog.

Scroll To Top