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Fundación Ship2B: impulso a la economía de impacto desde Barcelona

Fundación Ship2B: impulso a la economía de impacto desde Barcelona

Clara Navarro Colomer, Cofundadora y CEO de Fundación Ship2B

 

¿A qué se dedica la entidad?

La Fundación Ship2B tiene la misión de impulsar la Economía de Impacto, un modelo económico donde el fin principal de startups, empresas, inversores y organizaciones ya no es solo maximizar su rentabilidad económica, sino también su impacto social y medioambiental.

¿Cuándo empezaste a trabajar en esta entidad?

La fundamos en 2013, junto con Maite Fibla Gasparin y Xavier Pont Martin

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Estar en contacto diario con gente creativa que piensa en el futuro con optimismo y busca soluciones a los problemas. También aprender sin cesar, aunque eso a menudo signifique vivir permanentemente fuera de la zona de confort.

¿Y lo que menos?

Como en todas partes, a veces hay que gestionar conflictos o negociaciones que nos quitan el sueño, pero con el tiempo todo se relativiza.

¿En que crees que destaca tu entidad?

Actualmente, la Fundación es una de las entidades referentes en de la Economía de Impacto en España. Concretamente, tenemos una larga experiencia en la aceleración e inversión en startups de impacto, en acompañar a empresas y grandes corporaciones a integrar el impacto en su cadena de valor a través de la innovación, y en la transformación de entidades del tercer sector hacia modelos más autosostenibles. Hacemos muchas cosas, pero el espíritu es ser punta de lanza para impulsar la economía de impacto, estar siempre en la frontera de lo que viene.

¿Cuál es su principal reto?

Nuestro principal reto es demostrar que el impacto puede ser rentable. En otras palabras, estamos convencidos, y de hecho ya existen algunos casos, de que se pueden crear empresas autosostenibles e incluso que puedan obtener rentabilidades de mercado a la vez que solucionan una problemática social y/o medioambiental.  Quizás el mayor reto que tenemos no sólo como organización sino como sector es el de escalar: cómo conseguir que estas empresas con ADN de impacto escalen de verdad sin perder su esencia, y cómo transformar a los que ya son grandes para que aprovechen sus activos al servicio de causas sociales. En un mercado que el año pasado dobló su tamaño en España y que se ha multiplicado por 10 en 4 años a nivel global, hay que preguntarse cómo pasamos de los pequeños impactos a impactos escalables.

¿Dónde se sitúa tu entidad? ¿Por qué se escogió esta ubicación?

Nuestra entidad, a pesar de su vocación estatal, nace en Barcelona. Empezamos en la calle Balmes pero actualmente estamos cerca de Glòries en el barrio de Poblenou, más concretamente en Almogàvers Business Factory de Barcelona Activa, institución que nos ha brindado un apoyo muy importante desde nuestros inicios.

¿Qué es lo que más te gusta del barrio en el que trabajas?

Poblenou se caracteriza por ser un barrio que aglutina a un buen ecosistema emprendedor y empresarial muy variado. El barrio representa la innovación, el cambio continuo y la mezcla de perfiles profesionales y sectoriales que también vemos en Fundación Ship2B y que son necesarios para avanzar hacia esta economía del impacto.

¿Cómo es de importante Barcelona para vuestra entidad?

Desde hace mucho tiempo Barcelona es considerada uno de los principales hubs de innovación en Europa, donde se aglutinan muchos de los referentes en emprendimiento de España. Además de aglutinar eventos referentes en diferentes sectores como el Mobile World Congress, el Smart City World Congress o el S2B Impact Forum, también tenemos ecosistemas muy potentes, sobre todo en los ámbitos de la salud, sostenibilidad, movilidad o educación, entre otros. Nuestro nombre, Ship2B (“Ship to B” o “Barco hacia B”) es una alegoría de los emprendedores que como sociedad nos llevan a un mundo mejor, ese “plan B” para la sociedad y la economía, y personalmente me gusta la idea de que Barcelona pueda liderar ese plan B a nivel global.

¿Con qué ciudad compararías Barcelona?

Como barcelonesa que ha vivido en muchos lugares, a menudo llego a la conclusión de que Barcelona es incomparable y única… Seguramente una de las cosas que más me gustan de esta ciudad es que es una amalgama de mundos tan distintos. Tiene cosas que me recuerdan a Buenos Aires, otras a Roma, a San Francisco, a Lisboa… En general, diría que a ciudades con un tamaño humano y caminable, cercanas al mar y la montaña, con espíritu abierto y comerciante y con una buena mezcla entre tradición y modernidad.

¿A que modelo de ciudad crees que debería parecerse Barcelona?

No sé si es tiempo para modelos, porque el mundo cambia tan rápido que quizás es hora de liderar nuevos modelos y patrones. Sueño con una Barcelona capaz de equilibrar tensiones o polaridades. Una Gran Barcelona capaz de trabajar en simbiosis con los territorios colindantes, pero que mantenga un tamaño “humano” y “caminable”. Una Barcelona competitiva a nivel global pero que cuida la calidad de vida de sus ciudadanos, su comercio local y sus pymes. Una Barcelona que forma y exporta talento embajador y atrae y retiene a barceloneses de adopción. Una Barcelona anclada en las tradiciones y raíces, pero capaz de proyectar el futuro de la humanidad y de aportar al mundo. Una Barcelona tecnológica y humanista a la vez. El modelo ganador será el que consiga un buen equilibrio, la magia está en los grises…

¿Qué buenas prácticas de otras ciudades te gustaría que Barcelona adoptara?

Tuve la suerte de vivir en Londres y, a pesar de no ser ciudades comparables, hay algunas cosas que me encantaría “importar” de allí. La mayor presencia de verde y naturaleza dentro de la ciudad es algo que nos falta y que curiosamente hace que su aire sea mucho más respirable que el nuestro a pesar de su mayor dimensión. Es algo con un gran impacto en la salud, la calidad de vida de los habitantes y el espíritu de ciudad. También que Londres es un auténtico melting pot, una ciudad en la que todo el mundo es extranjero y todo el mundo se siente acogido enseguida, una auténtica sociedad global. Es un espíritu que a veces añoro: en Barcelona aun tendemos a mirarnos el ombligo más de lo deseable.

¿Qué le pides a la Barcelona del futuro?

Que se atreva a hacer apuestas arriesgadas y a liderar con carácter propio como ya hemos hecho en el pasado, por ejemplo, con las Olimpiadas del 92. Que no pierda su carácter humano, solidario, humanista. La ciudad debe estar al servicio de las personas, no al revés. Y que aproveche la enorme oportunidad que tiene de consolidarse como una capital mundial del emprendimiento y la innovación, pero que lo haga con propósito, para contribuir con grandes soluciones al mundo. Preguntémonos qué queremos aportar al mundo y vayamos todos a una en esa dirección.

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