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L35: Más de 50 años apostando por una arquitectura al servicio del ciudadano

L35: Más de 50 años apostando por una arquitectura al servicio del ciudadano

Luisa Badia Arquitecta Socia Codirectora General L35 Arquitectos.

¿Qué es L35 Arquitectos?

L35 es un estudio internacional, con 12 sedes (entre oficinas y estudios asociados) formado por un equipo de profesionales dedicados a la arquitectura, el urbanismo y el diseño. Convencidos de que la Arquitectura debe servir a la sociedad, creamos espacios de vida, con la responsabilidad del valor social y de relación con el entorno.

Abarcamos todas las fases del proyecto: desde la concepción inicial y los desarrollos urbanísticos, hasta la dirección de obra, pasando por todas las etapas de gestión y de desarrollo de los proyectos. Nos encargamos también de los temas relacionados con la sostenibilidad y la accesibilidad, con sus correspondientes certificaciones. Para nosotros es fundamental el trabajo en equipo, no sólo a nivel interno si no también con el promotor, acompañándole en la toma de decisiones, así como con los equipos colaboradores y especialistas.

¿Cuándo se fundó y cuándo empezaste a trabajar en esta empresa?

L35 nació en Barcelona, en el año 1967. Sus fundadores, Juancho de Mendoza, Jos Galán y José Luís Martínez Honrubia ansiaban un despacho grande desde el que poder abarcar proyectos de gran envergadura. Empezaron ganando el concurso de la Universidad Politécnica de Valencia y ese fue el inicio de una extensa trayectoria profesional, hasta nuestros días.

Yo comencé a trabajar en el estudio en el año 1989, incorporándome como socia en 1998. En el año 2000 abrimos oficina en Madrid y en el 2008, después de haber hecho algunos proyectos en Francia, nos implantamos en París, donde pasé a dirigir el nuevo estudio.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Nuestras disciplinas parten de la creatividad y eso es en lo que realmente disfruto, en todo el proceso de diseño, compartiendo ideas con los demás miembros del equipo y con los colaboradores de las distintas especialidades.

En Francia especialmente el trabajo pluridisciplinar está implantado desde hace muchos años y eso enriquece al proyecto y todos aprendemos de los demás. El arquitecto sólo y aislado, es hoy día inviable.

¿Y lo que menos?

Un arquitecto generalmente no está formado para dirigir y gestionar una empresa, pero al crecer el estudio y emprender la internacionalización, nos vimos involucrados en tareas muy distintas de las de realizar proyectos, pero a la vez tan importantes como necesarias. Cuando se asumen cargos de dirección, éstos llevan implícitos una serie de responsabilidades que hay que abordar, pero no son tan gratificantes como proyectar.

Los plazos llevados al límite tampoco ayudan al buen desarrollo de los proyectos. Hoy día se trabaja con demasiada presión en detrimento de la calidad. Tras el primer estadio de reflexión y creación, es necesario una fase para reposar las ideas, pero ésta nunca llega.

¿En qué crees que destaca tu empresa?

Creemos que la arquitectura debe enfocarse desde una perspectiva de diversidad y libertad creativa. Compartimos el proceso de diseño con nuestros clientes y usuario finales. No nos gusta fomentar las individualidades. Ese trabajo en equipo, con perfiles pluridisciplinares, hace que seamos versátiles en la concepción y ejecución de cualquier tipología de proyecto, a cualquier escala y en cualquier localización.

En los 35 países en los que hemos desarrollado proyectos, hemos sabido entender muy bien el contexto cultural en el que se integraría nuestro trabajo, así como los hábitos, necesidades y sensibilidades de los usuarios de nuestra arquitectura. Hacemos proyectos que nacen de la cultura local y les aportamos el valor de nuestra experiencia internacional. Convertimos los espacios en contenedores de actividad, de nuevas experiencias, de conexión y de relación entre las personas.

¿Cuál es vuestro principal reto?

Defendemos que nuestra arquitectura debe plantear diseños que eleven el nivel de vida de los usuarios y mejoren su entorno. Siempre ponemos al ciudadano en el centro, desde la fase inicial del diseño, a la vez que proponemos la mejor solución constructiva. Lograr esta dualidad requiere de la reflexión, análisis, experiencia y versatilidad que nos dan nuestros más de 50 años de trayectoria realizando proyectos que se enmarcaran en los principios de valor social, solidez, funcionalidad, belleza, sostenibilidad y rentabilidad.

Además, tenemos el deber de formar a una nueva generación de arquitectos que esté preparada para ilusionarse tanto como nos ilusionamos nosotros cuando empezamos en el despacho.

¿Dónde se sitúa tu empresa? ¿Sabes por qué se escogió esta ubicación?

Estamos implantados en la Avda. Diagonal, frente a la Rambla Catalunya y ocupamos las plantas altas del inmueble, lo que nos proporciona unas espléndidas vistas de la ciudad y del mar. ¡Qué más se puede pedir! El estudio tiene una situación privilegiada: céntrico, bien comunicado, accesible por cualquier medio de transporte.

El primer despacho fue un piso arrendado en Plaza Letamendi, 35 (de ahí el nombre genérico que se quiso adoptar, L35) y fue pura practicidad: los tres fundadores vivían a menos de 5 minutos caminando. Al ganar el primer concurso hubo que ampliar el equipo y por tanto se trasladaron, no muy lejos de ahí, al actual estudio en la Diagonal donde fueron ocupando planta a planta las tres que actualmente disponemos.

¿Qué es lo que más te gusta del barrio en el que trabajas?

A parte de la centralidad ya comentada, el estudio se encuentra en la encrucijada de 3 barrios de gran solera en la ciudad: Sant Gervasi, Gràcia y l’Eixample, así que es fácil adivinar la inmensa cantidad de ventajas que esto conlleva. Desde ahí tienes rápido acceso a cualquier destino, pudiendo elegir el transporte más adecuado. Nos resulta relativamente sencillo acudir a reuniones, convocatorias y encuentros de cualquier tipo, es verdaderamente un privilegio.

Es un entorno con mucha vida y actividad, pero en cuanto subes a las últimas plantas, te olvidas del bullicio y disfrutas de un espacio con luz y buenas vistas. Hubo un momento de gran crecimiento en que nos planteamos un traslado a algún edificio con mejores prestaciones, pero pesó más la ubicación y aquí seguimos.

¿Cómo es de importante Barcelona para vuestra empresa?

Barcelona significa los orígenes, la identidad y una manera de hacer y relacionarnos.

En mi caso, que me he formado aquí, esto deja huella. Naturalmente con la expansión, tanto nacional como internacional, nos hemos ido amoldando a la vez que enriqueciendo con otras formas de hacer y actuar. Yo, en realidad, paso mitad de semana en Barcelona y la otra en París.

Actualmente el trabajo y la monitorización de los proyectos se reparte equitativamente entre las sedes principales. Trabajamos con equipos locales, dependiendo del emplazamiento del proyecto y del cliente. Las nuevas tecnologías salvan muchas fronteras. Barcelona siempre es un referente para L35, pero en la actualidad también lo son igualmente Madrid y París.

¿Con qué ciudad compararías Barcelona?

Es muy difícil comparar ciudades que parten de realidades tan distintas. Creo que Barcelona tiene referencias de otras ciudades, pero cada una de ellas tiene su personalidad y eso es lo que la gente valora, al fin y al cabo.

Barcelona siempre se ha dicho que se miraba mucho en París, guardando las distancias de la escala y el clima. Milán, París, Berlín, Ámsterdam…en cada una encontraríamos algún rasgo que nos recordaría a Barcelona, pero todas ellas tienen un estilo propio.

¿A qué modelo de ciudad crees que debería parecerse Barcelona?

Barcelona ha de ser ella misma: mediterránea, emprendedora y cosmopolita. Tiene una gran personalidad que no debe perder y debe preservar su identidad. Para ello, administración y técnicos involucrados en las políticas de diseño y desarrollo de la ciudad han de estudiarla bien, para reconocer y valorar lo que la identifica y que no pierda su carácter.

¿Qué buenas prácticas de otras ciudades te gustaría que Barcelona adoptara?

Barcelona necesita un planeamiento global, a nivel metropolitano, que resuelva los problemas de infraestructuras y de transporte; con políticas de vivienda asequibles, donde la colaboración publicoprivada llegue a ejecutarse. Ahí sí podría aprender de París.

Siempre hay que observar y tratar de incorporar las buenas praxis de las ciudades que lo hacen mejor, pero adaptándolas y reinterpretando, no copiando simplemente. La regeneración de barrios, la interconexión entre ellos y la descentralización son algunas asignaturas pendientes.

¿Qué le pides a la Barcelona del futuro?

Barcelona debe ser una ciudad amable y sostenible, donde quepamos todos. Una ciudad que fomente la investigación, la cultura y las nuevas tecnologías y que, además, retenga el talento. En definitiva, una ciudad mucho más verde e inclusiva, pensada para ser vivida, donde la arquitectura debe estar al servicio de los ciudadanos.

Desde el urbanismo y la arquitectura se debe pensar una ciudad en la que todos nos sintamos protagonistas. Ahora con la capitalidad mundial de la Arquitectura en el 2026, Barcelona asume un gran reto y una gran oportunidad para posicionarse a la cabeza de las ciudades con mejor calidad de vida.

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