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Esto no es una broma, por Fernando Gil de Bernabé

Esto no es una broma, por Fernando Gil de Bernabé

Fernando Gil de Bernabé

Vicepresidente de estrategia y operaciones de Cisco Systems en Asia responsable del desarrollo comercial de la multinacional en la región

¿Qué destacarías de la gestión que ha hecho de la crisis tu ciudad de residencia?

En Singapur, desde el primer caso en enero se decretaron medidas de aislamiento y distanciamiento social.  Al principio se consiguió rastrear todos los casos, por lo que hubo bastante libertad de movimiento, pero en abril, conforme aparecieron casos sin conexión con brotes existentes, se impuso un cierre casi total. Esta fase ha durado hasta mediados de junio, cuando se retomó el control de la pandemia. El gobierno ha proporcionado mascarillas reusables gratuitas y es obligatorio su uso, registrarse con el móvil y tomar la temperatura para entrar en cualquier lugar; así se facilita el rastreo. También se informa constante y directamente a los ciudadanos vía WhatsApp. El resultado es que con 5.7 millones de habitantes, se han producido 55.000 casos y solo 27 muertes.

¿Cómo se ha visto la gestión de Barcelona desde tu ciudad?

Desafortunadamente se ha visto a Barcelona -y a España en general- con perplejidad, por la incapacidad de controlar la pandemia y se ha resaltado el impacto en la economía, particularmente en el turismo. Los medios han informado sobre una ciudad vacía de turismo como resultado de los cierres por rebrotes y, recientemente, por las restricciones impuestas por países europeos. Como explicación, se ofrece que la gente no ha hecho caso de las recomendaciones, citando el ejemplo del fin de semana en que 400.000 vehículos salieron de la ciudad a pesar de la petición de no salir de casa. Han abundado fotos de multitudes en la playa o gente paseando sin o con las mascarillas en la barbilla. También se ha resaltado la falta de unidad entre la administración catalana y la estatal en la gestión de la crisis.

Propuesta para Barcelona

En ausencia de una vacuna, es hora ya de aplicar de forma estricta las medidas que funcionan: testar, rastrear, aislar y distanciarse, sí, por muy pesado que sean. He oído que esto es posible en Asia por la supuesta cultura de obediencia a la autoridad, y suelo contestar con la estadística de las 6.600 multas cuantiosas impuestas y los 140 extranjeros expulsados del país por romper alguna de las normas para controlar la Covid-19. Esto no es una broma, nos jugamos la salud, la economía y la imagen de marca Barcelona. Estamos obligados a afrontar el cambio del modelo económico hacia industrias de alto valor añadido en tecnología, ciencia y cultura, fomentando y apoyando la creación de empresas con ambiciones globales. La ciudad ha demostrado durante siglos que tiene la capacidad de reinventarse, y ahora toca una vez más.

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